La leyenda del Reino Búlgaro
Hace poco tiempo atrás en el escabel de los balcanes vivían dos valientes y atrevidos muchachos, Assen y Pedro, Pedro era un hombre pacífico que varias veces llamaba al señor en sus plegarias como signo de su fuerte fe. Edificó una iglesia en la parte derecha del río Yarta, Assen el hermano menor era de sangre fría y lleno de energía, preparaba a los jóvenes en el arte de la guerra.
Cansados y sudados los caballos continuamente venían a la fortaleza de los Bolarian, ya que sus caballeros traían importantes noticias para los hermanos.
Cada Día durante la dominación griega las cosas se hacían cada vez mas y mas dificil, los vacileos pedian mas impuestos en adición a la gran cantidad de bienes y animales que eran enviados a Bizancio, la gente comenzó a reclamar y el número de personas que despreciaban esto aumentó dicen que incluso san Medividuo el protector de los griegos los nego, debido a su astucia y crueldad, no es accidental que los romanos conquistaron el Balea, ahí quemaron la ciudad y esclavizaron a sus ciudadanos, el santo abandono la ciudad quito su bendición y se fue a lado de los búlgaros.
Se dice que una vez en el altar de la recién construida iglesia de Boyar apareció un maravilloso icono, un retrato de un santo, una de sus manos era levantada en el aire como un signo de bendición, pero nadie sabía de dónde venía.
Después Assen y Pedro se dieron cuenta que este era el signo tan esperado enviado por Dios para liberar a los búlgaros, se sintieron incluso más fuertes con la ayuda del santo, se entusiasmaron sus corazones así como sus sueños, la iglesia ya estaba lista y decorada con muy buenas iconografías. Ella Fue bautizada y declarada en honor a St Dimitar
Peregrinos de toda la región Moesiana se reunieron en ambas orillas del Yantra, las campanas se desvanecieron las canciones en honor del santo cayeron por los aires, todos se arrodillaron y oraron al santo para hacer sus manos y mentes fuertes y así ayudarles a conseguir la libertad.
Entonces Vasily el arzobispo de Tarnovo apareció y colocó una magistral corona de oro sobre la cabeza de Assen, le puso un manto decorado y unas botas rojas en sus pies para después proclamarlo como el nuevo rey del estado búlgaro. Se produjo un gran silencio en toda la iglesia, despues la gente lloró: !dejen vivir al rey!, debajo una multitud de miles de velas, así los ojos del santo del icono brillaron generosamente.